Arte y sociedad

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Maria Hinojosa Montenegro

 

Imatge d’Imanol Buissan.

«Surgen primero las formas y luego los objetos del mundo sensible.» (Platón)

 

«Todo conocimiento nace de la experiencia sensible, la que obtenemos a través de los sentidos, del contacto con la realidad. No podemos tener conocimiento del mundo si no tenemos contacto directo con él.» (Aristóteles)

 

Suspensión de juicio humano (epojé o epogé) que permite saber: 

¿Qué puedo saber? (metafísica)

¿Qué debo hacer? (ética)

¿Qué me está permitido esperar? (religión)

 

En algún momento de hace unos 60.000 años datamos el inicio de la cultura. La cognición simbólica pudo haber comenzado con el arte. Por primera vez, que nos conste, el ser humano envía mensajes de forma consciente: pinta animales, graba sus manos en la roca, escenas del mundo natural…

El arte nos hace humanos, nos diferencia del resto de los seres vivos. Sin lenguaje, sin arte, las expresiones abstractade nuestra especie, involucionaríamos convirtiéndonos en instinto, en simple impulso reactivo.

Con el pensamiento simbólico, el Homo sapiens sapiens genera una visión y perspectiva nuevas y vertiginosas. A partir del registro sensitivo del mundo externo y del estado corporal representados neuralmente, el Homo sapiens sapiens sintetiza estas dos informaciones y consigue así una representación interna de la realidad externa y de su corporalidad mediante las respuestas motoras generadas ante las demandas del medio.

Sobrevivir en un medio tan hostil con un cuerpo tan frágil fue posible gracias a la generación de un proceso cognitivo complejo como estrategia de supremacía frente al resto de especies. Los hombres primitivos avanzaron antes en la cognición social que en la construcción de herramientas, hecho que resulta decisivo y fundamental, ya que proporciona la unión de grupo, la cohesión social, el apoyo grupal sin el cual no hubieran sobrevivido nunca en un medio tan agresivo.

La integración de los diferentes módulos cerebrales específicos se da en el preciso instante en que aparecen las artes (representación de la abstracción) y el lenguaje (la fluidez cognitiva). Esta es la base de la creatividad que facilita la aparición de analogías y asociaciones vivas en el recuerdo.

Los individuos que adquirieron esta habilidad consiguieron una ventaja adaptativa y sobrevivieron.

Todo aumento en la complejidad genera una mayor entropía, una tendencia al desorden, al caos. Por esta razón necesitamos un centro que integre, coordine, controle y organice toda la actividad generada, en nuestro caso, el cerebro. No podemos huir del caos pues es el orden natural del universo del que formamos parte, y el arte nos proporciona un vehículo para ordenarlo, para ser espectadores y protagonistas de ese caos, pero no solo eso sino que, sin intentar cambiar lo irreversible, lo que consigue el arte es proporcionar las herramientas para amasar el mundo, convivir con él y aprender de él. Nos hace humanos en un mundo salvaje.

Es en este espacio mental donde toda esa información puede ser utilizada de forma flexible en función de la relación con el entorno. Un espacio que se apoya en los procesos perceptuales y en la atención que pide la actividad que, a la vez, conectel presente inmediato con la información que hemos almacenado a largo plazoConecta la atención del momento con nuestra reserva cognitiva (la información acumulada) y, con ello, hace frente a la exigencia del momento.

Toda esta actividad deja de ser exclusivamente concreta, inmediata, y se vuelve abstracta a través del pensamiento simbólico. Manipula mentalmente elementos de módulos diferentes, los integra y genera el pensamiento mágico y la religión. Se cree que, desde entonces, el cerebro humano es el mismo sin cambios importantes.

Imatge d’Imanol Buissan.

Ya no somos solo presente, sino que recordamos y preparamos el futuro, pero es más, soñamos cómo lo queremos y cómo no. El matiz que nos diferencia del resto de los seres vivos es el que permite que nuestra especie sobreviva al medio más hostil imaginable. Uno de los seres vivos más vulnerables se pone a la cabeza. El mismo matiz nos cultiva y a su vez lo cultivamos a través de un proceso que se da en comunidad y que permite desarrollar esos nuevos impulsos eléctricos a nivel cerebral, profundizar en ellos, entenderlos, manejarlos y utilizarlos para comprender la realidad, la realidad presente pero también la pasada y la que está por venir.

El vértigo de esta realidad permite a la vez conocer el medio, a uno mismo y a la comunidad. Controlar estas nuevas capacidades abstractas lleva no solo su tiempo sino sus riesgos, pues no todo el mundo está preparado a veces para hacer frente a la realidad cruda de uno mismo y asumir la responsabilidad de mostrar rasgos comunitarios o proponer novedades, cambios constantes y salir de la zona de confort. Estas profesiones de «pensadores» se especializan y proporcionan nuevas estrategias a la comunidad, que se reúne con el propósito común de escuchar y confiar, de mejorar, de aprender. Poder barajar la experiencia con el presente permite una mejor organización del futuro, una perspectiva de acontecimientos.

Es a través de representaciones gráficas en las paredes de cuevas, de relatos reales o inventados, de secuencias rítmicas (protomúsica)… que estos «profesionales» mostraban ese mundo abstracto que podía ayudarles (estrategias de caza comunitarias, alivio de las nuevas sensaciones vertiginosas que proporciona el recién invitado realismo mágico…). Esas reuniones sociales tenían sentido en grupo, pues es a este grupo, a la comunidad, que servían. Es así como esa «protocomunicación» podría haber evolucionado a las prácticas artísticas actuales.

Los grandes problemas de la cultura no residen en la calidad o responsabilidad de esta tanto como en el desapego e irresponsabilidad del ciudadano para con él mismo y su comunidad. Pues nada siente que tiene que escuchar ni oír ni ver porque nada siente que debe o puede ofrecer. La perspectiva es bien distinta. Si la sociedad pierde su sentido como tal, si pierde su capacidad y virtud de unir, de empatía, solidaridad, responsabilidad…, no necesitará el individuo seguir leyendo, escuchando más que a lo que está abocado irremediablemente sin cultura: a seguir solo sus instintos y exclusivos intereses.

Es entonces cuando, irreflexivo, con una naturaleza animal débil y vulnerable para sobrevivir en el aún medio hostil, tratará de protegerse con armas y armaduras, o simplemente dejarse guiar por el menos perezoso o temeroso.

Imaginar, dominar el pensamiento, recordar y proyectar un futuro, adaptar el medio a sus necesidades. La comunicación orgánica —entendiendo como tal aquella que se da en el mismo canal de comunicación— permite desarrollar al máximo nuestras posibilidades como seres humanos en las mismas condiciones. Hay una verdad sincera y segura; nos sentimos protegidos en una relación igualitaria en lo que se refiere a condiciones: si puedo percibir a través del mismo canal… El individuo tiene la percepción de que el aporte cultural y social arraigado le proporciona seguridad para poder comunicar con la máxima calidad perceptiva y emisora. En un contexto común las grandes diferencias desde los albores de la humanidad nos proporcionan un conocimiento del otro y de «lo otro».

El teatro griego regula los instintos de la polis. Después llegan los bárbaros. Quien piensa cuestiona. Quien cuestiona genera caos en el orden establecido. Pero el segundo principio de la termodinámica nos recuerda que la naturaleza del universo es el caos. Que ningún esfuerzo por «ordenar» ese caos persiste. El arte abre un lugar donde jugar con ese orden establecido en un lugar nuestro, de cada individuo, y permite combinaciones infinitas que nos muestran realidades distintas y genera elementos nuevos, nos da libertad y herramientas para comprender el presente y así poder ordenar mejor un pasado y proyectar un futuro más determinado.

Una sociedad se sostiene por el equilibrio frágil de estructuras con el fin de un bienestar social general. El ser humano necesita saber que estas estructuras: familia, comunidad, barrio, ciudad, trabajo, equipamientos médicos, educativos, de seguridad pública, culturales…, continúan adelante, se adaptan, sea cual sea la crisis a la que tenga que enfrentarse como sociedad. Cuando una estructura social cae, nos sentimos vulnerables y, como sociedad, como responsables de nuestros ciudadanos, sentimos que hemos fallado y hemos caído también. El recuerdo como especie de esa estructura social que da forma y sentido a la misma especie nos dice que, sin equipo, no hay partido y sin escucha activa o empatía no hay evolución.

En tiempos convulsos, cuando la sociedad se desmorona en apatía y crisis, los vehículos del poder han sido lugares comunes en los que las características iguales de todos esos escenarios son la desnaturalización del ser humano y la vulneración de sus capacidades y derechos individuales, provocadas para quebrar al individuo alejándolo de la información veraz o real, del acceso al arte, a la cultura, y desmoronar así su identidad, su fe, su voluntad, su criterio. Se comienza a actuar como individuo, perdemos la estructura que nos identifica y da sentido.

La cultura se asocia con la libertad, ya que es el vehículo entre el conocimiento y las nuevas formas de conciencia que permiten una desestabilización de la hegemonía imperante. El arte podría ser, en parte, el nexo entre el mundo, con sus leyes naturales, y la obstinación humana que nos aboca irremediablemente al mero instinto (en esa lucha interna no asumida aún), alejándonos de nuestras capacidades para evolucionar, atrapar el presente provocando así el atasco de lo inevitable: el cambio, y con ello pretender controlar el miedo que provoca lo desconocido. Las creencias y prácticas de una cultura pueden ser ejercidas como mecanismos de control que limitan la conducta social.

Quizá sea momento de tomar conciencia y responsabilidad, por parte del artista, de perseverar, de recordar el sentido de nuestra hermosa esencia y recuperar el canal de comunicación para con la sociedad, y por parte de esta, de no abandonar el barco y confiar en que, juntos, las batallas sobre el papel, la arcilla, el escenario, la imaginación, el sueño, la esperanza…, se libran mejor.

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 Referencias

– Byrne, W., A. Bates, Lucy: «Sociality, Evolution and Cognition» (2007).

– Deacon, T.: «Rethinking the Natural Selection of Human Language» (2000).

– Kant, I.: Kritik der reinen Vernunft (1781).

– Llinás, R.: «I of the Vortex: From Neurons to Self» (2002).

– Mithen, S.: Arqueología de la mente, orígenes del arte, de la religión y de la ciencia (título original: The Prehistory of the Mind(1996).

 

Maria Hinojosa Montenegro

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      Soprano sabadellenca amb intensa activitat en el repertori barroc, clàssic i contemporani. Ha participat als principals festivals d’Europa i Amèrica i ha cantat als teatres d’òpera més importants del món, com ara el Theater an der Wien i el Musikverein de Viena, l’Arena de Verona, el Teatro Colón de Buenos [...]